Aunque parezca mentira, en pleno año 2016 todavía hay quien
piensa que tener el dinero guardado bajo el colchón es una buena idea. Se trata
de un planteamiento erróneo que va en contra del propio concepto del ahorro:
ahorrar no es solo guardar una determinada cantidad de dinero, sino poner ese
dinero “a trabajar”, para obtener así un rendimiento económico por nuestros
ahorros. Todo lo que se aleje de este planteamiento va a suponer, en mayor o
menor medida, una pérdida económica. Por ello, guardar el dinero en casa es en
realidad incompatible con ahorrar.
Pero, para alejar definitivamente cualquier tipo de duda
sobre por qué es una mala idea guardar nuestros ahorros en casa, vamos a
analizar en detalle los principales inconvenientes que conlleva esta elección.
Guardar el dinero en
casa no es seguro.
La principal y más obvia desventaja de guardar nuestros
ahorros bajo el colchón es que se trata de una decisión totalmente insegura.
Nadie nos garantizará nuestro dinero en caso de pérdida, lo cual supone una
auténtica temeridad si hablamos de los ahorros de toda una vida.
Además, se trata de una opción que desobedece a toda lógica:
la mayoría de la gente partidaria de guardar grandes sumas de dinero en casa
suele hacerlo en base a una supuesta inseguridad del sistema bancario. Sin
embargo, solo hay que echar un vistazo a las estadísticas para ver que nuestro
dinero está más seguro depositado en una entidad bancaria. En 2015, se
cometieron en nuestro país un total de 113.452 robos con fuerza en viviendas,
lo que supone una media de 310 robos cada día.
Además, en el caso en que una entidad bancaria sea víctima
de un atraco, como clientes de esa entidad, nuestros ahorros están 100%
asegurados.
Pero más allá de la posibilidad de sufrir un robo en casa,
hay muchas otras maneras de perder nuestro dinero. Un incendio, una inundación,
o cualquier otro incidente en el hogar, podrían ser suficientes para dejarnos
sin casa. Si además guardamos nuestros ahorros en ella, la desgracia ante una
situación así sería aún mayor, ya que perderíamos la capacidad económica
necesaria para sobreponernos a la pérdida material.
Otra posible causa de pérdida de nuestros ahorros puede ser
un problema de pérdida de memoria, en el caso de que el paradero del dinero sea
secreto. Si olvidamos dónde está nuestro dinero, o incluso si fallecemos sin
comunicárselo a nuestros herederos, podemos dar nuestros ahorros por perdidos.
En el caso opuesto, si depositamos nuestro dinero en un banco, tras la lectura
de la declaración de herederos, nuestros seres queridos sabrán inmediatamente
la cantidad que teníamos ahorrada y la entidad donde pueden reclamarla.
Si no
hay testamento que exprese lo contrario, los herederos dispondrán
automáticamente de ese dinero en caso de fallecimiento.
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